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domingo, 14 de junio de 2015

Combatientes recuerdan la batalla del 15 y 16 de junio de 1965


SANTO DOMINGO.-La batalla que comenzó alrededor de las 9: 00 de la mañana del día 15 de junio de 1965 no suponía un gran reto para las tropas invasoras de Estados Unidos que según el general Bruce Palmer, cinco horas bastaban para reducir a polvo las milicias rebeldes que defendían  la soberanía nacional.

Sin embargo "a más de  24 horas seguía el fuego igualito", cuenta el excombatiente Herminio Sosa, miembro del comando POASI.           " A nosotros nos tocó, con la gente del pueblo, pelear con los yanquis pulgada por pulgada, a piedras, a puñaladas, a tiros cuando se podía y así mantuvimos nosotros esa resistencia", relata Sosa, durante un acto en las Ruinas de San Francisco para conmemorar el 50 aniversario de la gesta junto a decenas de combatientes de la insurección civico militar de abril de 1965.
El ataque de las tropas interventoras fue agresivo, mortal y "abusivo", según cuentan algunos de los sobrevivientes. Aunque para Sosa, los yanquis se llevaron la sorpresa ya que no esperaban tanta resistencia por parte de los constitucionalistas y el pueblo dominicano. "Todo el mundo colaboró. Fue una noche en la que amanecimos en las calles. Descansábamos un rato y volvíamos a la avenida Mella", agrega.
"Cuando esa gente lanzaron esa ofensiva, eso era un infierno", destacó el combatiente Sosa, refiriéndose a los comandos comandos Poasi, San Antón, Santa Bárbara, B-3, San Carlos, 30 de Marzo, San Miguel y Escuela Argentina, que en conjunto mantuvieron el llamado "cordón de seguridad", ubicado desde el margen oriental del río Ozama hasta la calle 30 de Marzo, lo cual impidió la entrada de las tropas norteamericanas hasta esta parte de la ciudad de Santo Domingo.

"Los yanquis estaban en las azoteas", proseguía Sosa.

Los diferentes comandos, estaban divididos, a su vez, en distintas cuadras que se encargaban de custodiar las calles de la Zona Colonial, donde estaba establecido el Gobierno Constitucionalista a cargo del coronel Francisco Alberto Caamaño.

"Fuimos los de la mala suerte", comenta que pensaron algunos de sus compañeros dada la embestida que en un momento hicieron las fuerzas estadounidenses con su gran poderío militar. Más agradece, de alguna forma, ataque de las tropas enemigas convirtiera en amigos y protagonistas de aquella batalla. 

"Sin ese ataque de los yanquis no hubiésemos sido compañeros de combate de personas como Caamaño, como el coronel Lora Fernández, Aquino Gil, como Cayetano Rodríguez del Prado, como Pichirilo, como Otto Morales... o sea que dentro de las dificultades de ese día maldito, nosotros salimos privilegiados", dice enorgullecido Sosa.

Recuerda que tuvieron que cavar zanjas de tres metros de profundidad para que los residentes de Villa Francisca y Borojol pudieran transitar a través de ellas sin ser alcanzados por las balas.

De acuerdo con las estimaciones del coronel Caamaño, durante las 20 horas de combate los norteamericanos realizaron unos 1,865 disparos de grueso calibre, lo que ofrece una idea de la magnitud del conflicto que resultó una victoria para los patriotas dominicanos que contuvieron la ofensiva del invasor.

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